Nuala Gardner relata la historia verídica de la lucha seguida por su familia para conseguir que su hijo Dale fuera correctamente diagnosticado de autismo y recibiese el tratamiento y la escolarización adecuados. Por su experiencia como matrona y enfermera, Nuala percibe desde el principio que Dale es diferente. Al llegar su momento, el niño no rompe a hablar. Nuala observa que no mantiene contacto visual; que realiza movimientos repetitivos; que regurgita la comida; que se empeña en andar de puntillas. Nos describe el hosco silencio de Dale, su incapacidad para asimilar el lenguaje y relacionarse con los demás, sus inesperados berrinches sin causa lógica, su imposibilidad de demostrar afecto. El lector asiste a episodios que muestran la falta de comprensión de otros padres que ven en Dale a un niño malcriado y la tenacidad de esta Madre Coraje para convencer a los educadores de que su hijo debe asistir a una escuela común y corriente en la que pueda beneficiarse de la relación con otros niños. Desde el momento en que Nuala cae en la cuenta de que Dale no asimila el lenguaje ni aprende de un modo convencional, analiza y relata el proceso mediante el cual ella va aprendiendo humildemente el modo en que debe enseñar a su hijo. Utiliza, por ejemplo, el mundo obsesivo del niño: se apoya, sucesivamente, en la figura de Mickey Mouse, en la fijación de Dale por los trenes, en ciertos personajes de la televisión. Al comprobar, casualmente, que Dale se comunica de forma directa con los perros, Nuala comprende que ha dado con el punto de quiebra. Henry, un cachorro de Golden Retriever al que Dale decide llamar Henry, como su personaje de dibujos animados preferido, entra en la familia para ayudar a dar sentido al confuso mundo de Dale. Y el niño se abre, primero a Henry y luego a su propia familia.¿Qué papel juega Henry? Es suficiente con que esté ahí, como uno más de esos adorables seres que nos hacen la vida más llevadera. Henry dedica su existencia a acompañar fielmente a su amigo. Y una vez cumplido su ciclo, Dale admite que entre en casa otro cachorro al que se empeña en llamar también Henry. Durante el poco tiempo que le queda, el viejo Henry pasará a ser Sir Henry y disfrutará de la compañía del Pequeño Henry. La vida de Dale mejora. Ingresa en un grupo scout, asiste a actividades extraescolares, supera el acoso que a veces sentía en el patio de la escuela, consigue hacer amigos que ni siquiera llegan a saber que tiene autismo…