A finales de los sesenta, el gobierno chino traslada a Chen Zhen, un joven universitario, de Pekín a Mongolia. Desde tiempos remotos, los habitantes de las praderas vagan errantes con su ganado manteniendo un equilibrio ancestral y perpetuando con los lobos un culto casi religioso que amenaza y a la vez asegura su supervivencia. El lobo les ha enseñado, como antes a Gengis Kan, el arte de la paz y de la guerra, y las leyes que rigen un ecosistema milenario. Chen Zhen, fascinado con la forma de vida de un pueblo que una vez supo doblegar a los chinos y crear el imperio con más territorios conquistados en la historia de la humanidad, será también testigo de su fin. La llegada de los líderes y agricultores chinos, con sus criterios de modernidad y productividad, acabará [no sólo con los lobos y la llanura virgen, sino también] con esa delicada armonía entre el Hombre y la Naturaleza.