Matías intenta asumir la muerte de su esposa Raquel y hace lo que puede para salir adelante junto a un hijo de corta edad que no deja de hacer preguntas para las que Matías no tiene respuesta. La policía habla de un posible suicidio, ya que el cuerpo fue encontrado sobre la acera bajo la ventana del domicilio familiar, pero él se niega a considerar esa posibilidad. Sostiene que todo iba bien, razonablemente bien. Nada en la conducta de Raquel le había permitido sospechar que se sentía mal; tampoco a ninguno de los que la conocieron en vida. Ni la menor señal, ni un momento de debilidad, ni una lágrima. Nada. La investigación, asignada a Enric Nasarre, un policía cargado de años y de buenas intenciones al que la experiencia ha enseñado a desconfiar de todo y de todos, permite desvelar los motivos y entender el infierno en el que Raquel vivió sus últimos días.