Este libro trata de los conflictos producidos cuando las imágenes han sido armas beligerantes para las creencias religiosas, para alimentar las pasiones sexuales, o bien instrumentos militantes al servicio de muy variadas ideologías políticas, desde el nazismo al estalinismo, pasando por los videojuegos actuales. Esta instrumentalización ha conducido a sus representaciones a zonas de conflictividad ética, religiosa o política, percibidas por sus antagonistas como heterodoxas, inmorales, nefandas, perversas o enfermizas, en combates que muchas veces no se limitaban sólo al campo de batalla de los imaginarios.