Resumen

Cuentan las crónicas de la dinastía Han que una embajada romana consiguió llegar a la capital del Imperio chino en el año 166. El hispano Marco Sempronio Celso, buen conocedor de la frontera oriental, pidió encabezar esta última misión. Albergaba la esperanza de encontrar en Luoyang a su único hijo, fruto de la relación con una esclava china a la que un día, ya lejano, envió de vuelta a su país. Meses después de aquel primer encuentro entre las dos grandes culturas, el emperador Huan Di ordena preparar una representación diplomática en respuesta a la enviada por Marco Aurelio. El hijo de Celso, traductor en la Corte de Luoyang, tiene orden de incorporarse a la comitiva. Celso decide entonces escribir sus memorias, cuya lectura ayudará al joven a practicar el latín y le ilustrará sobre las costumbres de su otra patria. Magia, sexo y poder se entretejen en un relato trepidante que arranca al comienzo del reinado de Adriano Augusto, tiempo de cambios profundos, cuando el Imperio alcanzaba su máxima extensión y entraba de puntillas en una crisis que acabaría con la Roma eterna.