Con letra firme Barack Obama ha escrito una versión de la historia que ni los más optimistas defensores de los derechos civiles se atrevieron a soñar. Su llegada a la Casa Blanca termina con una sucesión de cuarenta y tres presidentes estadounidenses blancos. Y no lo ha hecho proponiendo una ruptura con la tradición política del país; al contrario, eligió ponerse en la estela de Abraham Lincoln, el presidente que más abiertamente luchó por la reconciliación de los norteamericanos.