Después de haber leído otro libro de esta autora (Nadie te encontrará) que me encantó, reconozco que esperaba mucho más de este, o quizá el anterior puso el listón demasiado alto. En general es un libro muy entretenido, con momentos de intriga para mantenernos pegados a las hojas, pero la historia es demasiado surrealista: Una chica adoptada decide buscar a sus padres biológicos y resulta que son un asesino en serie y una de sus víctimas que logró escapar. Además, el asesino es conocido como "el asesino del camping", que parece sacado totalmente de una película mala. También ha repetido el método de contar la historia en primera persona, a través de la chica protagonista, que una vez más, vuelve a acudir a un psicólogo que sólo actúa como oyente. Y por último, saturación total de tanta llamada de teléfono entre personajes.
hace 9 años