El libro es fantástico, recorre los monasterios no sólo por sus características arquitectónicas, si no por su aspecto funcional y avatares históricos, demostrando que son objetos vivos y no meros edificios. Hecho en falta un índice onomástico, la estructura del libro, la cantidad de monasterios y las referencias cruzadas no hacen fácil el encontrar una información concreta en una lectura posterior. Por otro lado sobran las páginas dedicadas a las fobias del autor. A mí tampoco me gusta la taxidermia, ni me caen simpáticos la Inquisición y Torquemada, pero son temas tratados de forma poco ecuánime, que caen fuera de la temática del libro y del campo en el que es experto el autor. De todas formas es una manchita que no afecta al libro, que es magnífico.
hace 10 años