Este es un cuento de retornos y fugas; es la historia de un viaje que comienza y concluye en el mismo punto, iluminado por una luz distinta. Mi existencia constituye un movimiento pendular que oscila entre este incomprensible miedo a vivir y la necesidad de aferrarme a todas las cosas y seres que me sostienen en una realidad donde es demasiado fácil desvanecerse. En ocasiones, me sumerjo en la marea de mi nombre y lenta, calladamente, me voy retirando de la orilla. Volviéndome muy niña, muy sola, muy herida de nostalgias. Son esas mismas nostalgias las que me hacen regresar, caída la tarde, para tratar de comprender el color de mis sueños de entonces. Recuerdo, lo primero de todo, a aquel Dragón que nadie venció…