Rafael Alberti es autor de una dilatada que posee como eje la oscuridad, junto a una esperanza constante de escapar hacia la luz. Dicha oscuridad se combina con un sempiterno sentimiento de desarraigo hacia el presente que el propio autor definió como “la nostalgia inseparable”. Alberti sufrió el exilio tras la derrota de la II República en la Guerra Civil. Pero el sentimiento de exilio existía antes de abandonar España; porque, en realidad, los sucesivos paraísos perdidos que añora no son espaciales, sino temporales. Alberti es incapaz de arraigarse a su presente, en el cual no encuentra su identidad.