«Memoria de la melancolía es una autobiografía, pero no sólo eso. Para empezar, su escritura es un verdadero alarde literario, un ejemplo de prosa bella, sofisticada, envolvente y en algunos momentos hipnótica, que a menudo roza los límites de la poesía. [...] No es un ensayo, pero como testimonio histórico, también es una delicia que nos habla al oído y de primera mano del sueño de la República; la modernización sin precedentes de aquella España que puso la cultura en el centro de la acción de Gobierno; la conjura siniestra de los sublevados; la Guerra Civil, las actividades de la Alianza de Intelectuales Antifascistas o la evacuación de algunos de los cuadros míticos del Museo del Prado. [...] Es, además de muy bello, un libro muy profundo, tiene una capacidad de reflexión y un rango filosófico, que definen el nivel de pensamiento de su autora y su capacidad para el análisis de los acontecimientos históricos que le tocó vivir y quiso protagonizar; y en ese sentido ofrece una intensa meditación sobre asuntos como la ideología, la violencia, la capacidad reparadora de las palabras o el drama del exilio, que representa con unos trazos magistrales: toda la nostalgia de los distantes, la tristeza de la separación, la pérdida de las raíces o el peso insufrible de los recuerdos de quien ha sido expulsado de su paraíso en la tierra, están en esta especie de tratado de la pérdida. [...] Un manual de resistencia y el inventario de una resurrección, personal y colectiva». Del Prólogo de Benjamín Prado