A finales de los años sesenta, un piloto ruso que sobrevolaba un tramo remoto de la taiga siberiana, descubrió, en medio de una escarpada zona rocosa, una cabaña. Poco después, un gruppo de científicos se lanzó en paracaídas sobre el terreno para advertir, con estupor, que en la primitiva choza de madera, habitaba una familia, los Lykov, pertenecientes a una secta religiosa, Los viejos creyentes, cuya vestimenta, noción del tiempo, la vida y el lenguaje, se habían congelado en el siglo XVII, en tiempos del Zar Pedro el Grande. Para cuando Vasili Peskov, prestigioso periodista del Pravda, conoció esta historia, no habian contactado con nadie en casi cincuenta años, rezaban diez horas al día, no habían probado la sal, y no podían siquiera concebir que el hombre hubiera pisado la luna. El único miembro que quedaba de la familia tras la muerte de sus padres y hermanos era Agafia: la hija más joven.En Los viejos creyentes, Peskov narra la lucha épica de los Lykov contra una naturaleza salvaje e indomable, al tiempo que rinde homenaje a un hábitat natural que pronto podría dejar de existir.