Una broma pesada, una muerte imprevista, y unos efectos indeseados, son los materiales de los que Margaret Oliphant se sirve para contar la historia de un malentendido. Un error de tanta envergadura que subsanarlo, implicará que su protagonista atraviese una frontera. Lady Mary es una novela de aparecidos que entronca con la tradición del gótico inglés en el que su autora se mueve como pez en el agua. La novela envuelve al lector en una atmósfera de “visitante”, un invitado en la mansión en la que todo tendrá lugar. Sus personajes son encantadores, en especial la juguetona anciana Mary que da título al relato. Pero Oliphant no se engaña respecto a las pasiones humanas y al irrefrenable deseo de vida de la protagonista, cuyos rasgos de bondad y placidez se ven aplastados por un narcisismo infantil que acarreará graves consecuencias. Diálogos chispeantes, descripciones precisas y bellas y una atmósfera de extraña cotidianeidad, hacen de Lady Mary una pequeña joya literaria en el mundo de los fantasmas.