Laura es psicoanalista y, de manera inesperada, encuentra el cadáver de Ana, su vecina, víctima de lo que parece ser un suicidio. El diario íntimo de Ana está en la mesa de luz y Laura lo toma. Allí encuentra las claves que la llevan a imaginar lo que pasó, a solidarizarse con alguien que padecía la soledad y el desamparo. Pero tiene miedo. Porque Ana, esa vecina hermosa que al borde de la juventud creyó encontrar lo que siempre había deseado, fue devorada por un hombre inteligente y sensible aunque capaz de toda crueldad. La investigación no es lo de Laura porque ya no se trata del diván seguro de su profesión: es la vida... y es su propia soledad. La confrontación no será entonces solamente con el sospechoso, sino con ella misma.