Memorias de campaña anotadas en forma de diario por el imaginario personaje Juan Alcuneza y Miralcampo, teniente de complemento de ingenieros destinado en la división de caballería durante la Guerra Civil española (1936—39). La acción se sitúa en lugar indeterminado del frente catalano-aragonés tras la batalla del Ebro, finalizada con la derrota inapelable del ejército republicano.
En la ficción narrativa, el teniente Alcuneza entrega sus manuscritos a un compañero de milicia con el ruego de que, a su muerte, gestionara su publicación con alguna editorial interesada. La obra describe en lenguaje poético y depurado estilo narrativo, las grandeza y miseria de la guerra, sus alternativas, avances y retiradas que en el cuerpo de caballería, adquieren un particular aire de romanticismo, conscientes los jinetes de que sus días en la historia militar estaban contados. En el futuro, la identificación entre el noble animal y el soldado que asalta, sable en mano, la posición enemiga, habrán pasado a la historia. Artillería y aviación pueden frenar en unos minutos la carga mejor organizada y brillante, exterminada sin piedad por las armas modernas. Sin embargo, Alcuneza dialoga en solitario con su montura, le anima, estimula y acaricia hasta conseguir de ella la respuesta heroica ante el inminente riesgo de muerte. Los afectos, fidelidades y emociones prevalecen sobre la violencia y crueldad de la guerra El fuego y el plomo que fuerzan el escenario final de un drama que se libra a escala personal, sin distinción ideológica entre enemigos, solidarios unos y otros ante la realidad de la muerte. En las supuestas memorias de Juan Alcuneza se perciben retazos autobiográficos de las propias experiencias del autor, el diplomático Salvador García de Prumeda (1912-1996) oficial del ejército nacional en el Escuadrón de Zapadores de la División de Caballería.