Juan Luis Higueras siempre ha sido un ciudadano modelo, un hombre gris, desde luego, un notario de provincias, un hombre sin familia y con pocos amigos. Su única experiencia sexual se remonta a la adolescencia y no es una historia de la que alardear en público. Sin embargo, cuando a los treinta y tantos años se enfrenta a su primera aventura, descubre que el placer de convertir a sus amantes en víctimas resulta muy gratificante.