Cuando Ana pidió ayuda a Daniel para cargar con la muñeca hasta el hoyo, no intuía ni por asomo que, junto con el juguete, arrojaría también en aquel húmedo abismo su infancia y las vidas de cuantos le rodeaban. Un cuarto de siglo después —en un pueblo costero del sur peninsular y bajo el disfraz del desarrollo urbanístico—, el azar desenterrará varios cuerpos en el antiguo vertedero municipal y removerá así un ponzoñoso pasado que solo esperaba el momento para salir de su letargo y cobrarse una deuda… En ese lugar en que los muertos reclaman sus nombres y los vivos juegan a olvidarlos, una inspectora en horas bajas intentará redimir sus errores y desenmarañar veinticinco años de oscuridad.