Generosidad, honestidad, serenidad, solidaridad, sensibilidad, humildad, decencia. Los ingredientes naturales para sobrellevar esta crisis. Así se enuncian los compromisos de este buen revolucionario, de este médico de familia y poeta en su denuncia de una sociedad enferma que se desangra alarmada por los desequilibrios y abusos cometidos por ese capitalismo democratizado, que como en Fausto, compró nuestra libertad a cambio de bienes materiales, bienestar social y derechos civiles. Y es que en estos tiempos donde la corrupción se extiende, se institucionaliza y la justicia se convierte en cómplice de la pérdida de derechos sociales, en tiempos donde los valores democráticos se compran y se venden en los mercados de deuda, y el poder del dinero, asume la representación de los gobiernos desalojando a las mayorías democráticamente atrincheradas por los desahucios y la indigencia, en estos tiempos donde no fluye el crédito, donde no se presta ni se regala nada por desconfianza en los insolventes, la reforma de los valores democráticos nace del compromiso de uno, por defenderse de sí mismo en un clima emocional más templado, más justo, más libre. En definitiva, apuntalando los contrafuertes de una nueva constitución humana.