“La habitación amarilla / es realidad esperando / pacientemente lo que viva en ella”. Recipiente, contexto, lugar de tránsito o residencia última de la imaginación decantada en palabra poética. A La habitación amarilla acuden la memoria fragmentada, las iluminaciones de un futuro deseado, los sueños, el amor, la muerte y las pesadillas. Juan Carlos Suñén, uno de los poetas de obra más sólida y singular de su generación (de quienes comenzaron a publicar en los años ochenta) nos ofrece en este libro una suerte de lente a través de la cual contemplar el mundo. No es el mundo plano de lo visible y sabido. Es la verdad poliédrica, la historia cargada de emociones y certezas y, a la vez, de incertidumbres y miedos, que vive en nuestra voluntad y que encuentra lugar de destino para su realización y desarrollo en la naturaleza —el agua, los pájaros, la hierba, el lenguaje de los insectos, los destellos de la infancia— y sobre todo, en una habitación cuya ventana se asoma al campo. La inevitable evocación de van Gogh a la que nos lleva el título conduce a un “realismo interior” que hace que la experiencia se enriquezca con el sueño, lo irracional o, simplemente, lo no visible. Un magnífico libro para el gozo lector y para la reflexión. Una invitación a visitar un espacio poético acogedor y lleno de interrogantes sobre la vida. Sobre nuestra vida. MANUEL RICO.