Las tierras de nadie, los lugares de paso, las fronteras siempre tienen un dueño. En el caso de la franja que separa el sur del norte, España y Francia, Berta gobierna los destinos de aquellos que van y vienen, de quienes residen en Jaca o pasan por la estación internacional de Canfranc.
En realidad ella es la línea divisoria entre el bien y el mal pero rebasa los límites sin que le importen las consecuencias, ella es quien impone las normas. Todos lo saben, Berta no se molesta en negarlo, por este y otros motivos todos tratan de escapar.
Con la estación de Canfranc y el paisaje jacetano como goznes de la puerta de la historia y con Berta como inspectora de mercancías y estraperlista de vidas, Francisco Balbuena da comienzo a La frontera salvaje, una obra donde la novela y el cuento se confunden.
La perversidad de Berta, el personaje que cohesiona el relato, aleja a sus familiares de Jaca y sus alrededores, y en su vagar por el convulso siglo XX son testigos de los acontecimientos que cambiaron el mundo.
En este sentido, resulta poco creíble que los miembros de una misma familia se vean envueltos en los hechos más trascendentales de la historia. Asimismo, el afán desmedido del autor por relacionarlos con las personalidades más destacas provoca que la novela pierda todo atisbo de verosimilitud. De esta forma, se hace tediosa, predecible en cada línea.
Si a este hecho unimos la aparición de personajes de cuento o la mezcla de la historia con este género, alcanzar la última página se convierte en una tarea ardua.
Afortunadamente, Balbuena es un narrador extraordinario, la suya es una escritura de calidad, de tal forma que a la sombra de Berta desarrolla la etopeya de Nicanor, que parecía un personaje anodino, pero que rescata a cualquier lector del aburrimiento. Pese a su oficio o precisamente por estar al frente de una funeraria, nos invita a reflexionar sobre la vida y a amarla como él hace. En definitiva, Nicanor salva la novela.
Con todo lo expuesto, no me atrevo a recomendar La frontera salvaje abiertamente, aunque todos los hechos que rodearon la construcción y los primeros años de la estación de Canfranc así como la historia de Nicanor se merecen un pequeño esfuerzo. (Jorge Juan Trujillo, 28 de octubre de 2019)