Escribí estas páginas -dice su autor- con un doble propósito: ayudar a los jóvenes a comprender los procesos que han vivido y darles así la posibilidad de restañar las "heridas" que les hubieran podido quedar. Y ayudar a los padres a comprender a sus hijos cuando dan el cambio, a interpretar esos hechos desconcertantes como signos de una historia personal. Conocer las claves de interpretación de esos signos puede ayudar a aplicar en cada caso el bálsamo adecuado. Su lectura está recomendada a partir de 16 años.