Jazz Café de J. Sánchez Vázquez comienza con la reunión entre Epicuro Salvatierra y un nuevo cliente. Su encargo es bastante diferente a los casos con los que lidia Epicuro: la investigación del asesinato de su pareja. Cree que su condición de homosexual va a limitar la investigación policial y quiere que el asesino sea detenido y cumpla condena. La trama del libro se cuece a fuego lento, porque es el primer caso de asesinato de Salva y junto a él hemos de encontrar el hilo del que tirar y desembrollar la madeja que rodea al asesinato. No sabe por dónde empezar hasta que, con algo de ayuda, consigue fotos del cadáver y descubre que en el vientre tiene grabados símbolos y el número 18 a punta de navaja, lo que parece relacionar el asesinato con algún tipo de secta. Aunque todo se vuelve a complicar cuando se descubre que la causa de la muerte no ha sido la brutal paliza que ha recibido sino una sobredosis de efedrina, una sustancia dopante, que le ha causado un paro cardíaco. Según va avanzando la investigación el libro va ganando intensidad a hasta llegar a un final que te deja muy sorprendido. Al menos en mi caso. Jazz Café no es una novela negra más, por varios motivos. El primero, que el protagonista es un filósofo con un sentido del humor muy negro al que el caso le queda grande al principio y ha de ir solventando los problemas sobre la marcha y en segundo lugar porque la trama es una denuncia contra la intolerancia, el nazismo y las tibias medidas judiciales que se toman cada vez que se produce un ataque. Un tema de plena actualidad ahora que grupos neo-nazis están subiendo de popularidad en países como Francia o Francia, entre otros. Un libro que mejora página a página y te va sumergiendo en la historia poco a poco mientras vas conociendo al peculiar Salvatierra y su curioso modo de vida. Por no hablar de sus errores, sus osadías y esas contestaciones que dejan patidifuso a más de uno. Un libro que os recomiendo si os apetece leer algo diferente.
hace 8 años