La escritura de Esto no es el silencio , en palabras de su autora, "ha supuesto una experiencia de una intensidad y emoción difíciles, incluso, de recordar; un recorrido hacia el desaprendizaje. El territorio de sus poemas es el de 'la grieta. La fisura (...) lo hundido en la hendidura' de la 'realidad', en un deseo (no dirigido) de penetrarla y/o trascenderla."