Podría existir una "línea general" del cine español: aquella que, partiendo de que el invento tuvo sus orígenes como arte popular y que sólo después fue asumido y rentabilizado por la burguesía, ha dado lugar a un celuloide que se ha hecho eco de los modelos culturales hispánicos, sobresaliendo entre ellos la vertiente populista de la que habían surgido (a partir de la herencia legada por formas medievales, barrocas y decimonónicas) el sainete, el entremés, el vodevil, el juguete cómico, el enredo, la zarzuela, el folletín, el cuadro costumbrista, el astracán y otros géneros menores, sin olvidar la fiesta taurina, el flamenco y otras manifestaciones folclóricas y celebraciones populares, así como la copla, el cuplé, la revista o la música popular. Todo ello ha conformado un modelo heterogéneo y multiforme de una determinada manera de concebir el cine, que más adelante se vería engrosado por otras fórmulas, también populares, "de importación" como el thriller o el western y, posteriormente, por las surgidas de los contemporáneos medios de comunicación de masas.