Este es el relato de una odisea, la de Aher Arop Bol, un niño sudanés que huye de un campo de refugiados y, tras atravesar ocho países y recorrer 6.400 kilómetros a menudo a pie, llega a Pretoria. En la capital sudafricana vende chucherías junto a la estación central para costearse los estudios de Derecho, empeñado en hacer realidad el sueño de su vida: convertirse en abogado. Aher cuenta, con una sencillez que conmueve, las vivencias más inhumanas –«siempre habrá gente que necesita odiar a alguien» constata–, en un libro que es, sobre todo, un canto al esfuerzo y la esperanza.