El Schopenhauer que narra esta historia no es el taciturno filósofo alemán, sino un extraño perro, bautizado de modo tan estrafalario por su aún más estrafalario amo, quien está encarcelado a la espera de sentencia como autor de un homicidio múltiple. ¿Fueron el odio y la envidia de la felicidad ajena los que llevaron al homicida a hacerse con un fusil de mira telescópica, subir a una terraza y abatir a sus víctimas? Las cosas tal vez no sean tan sencillas: la respuesta la hallaremos en la amarga reflexión del perro narrador acerca de la asimetría del amor, los siete años de convivencia con su dueño y las razones que pudieron llevar a este a cometer el acto irreparable.