Un libro breve en extensión, pero infinito en resonancias.
Con El soñado se despertó, Juanlu Ruiz entrega un libro de relatos que, aun en su brevedad, resuena como una sinfonía oscura y luminosa a la vez. Son cuarenta y siete piezas, mínimas en extensión pero vastas en significados, que confirman la madurez literaria de un autor que ya había dado muestras de su talento en El corazón de la costurera (2013) y Lágrimas en la lluvia (2019).
El título, homenaje a Borges, funciona como una clave de lectura: el libro dialoga con la tradición borgeana en el uso del símbolo, en la obsesión por lo cíclico, lo infinito y lo inevitable. Los relatos parecen girar en espiral sobre las mismas ideas: el abandono, la pérdida, el miedo, la muerte, la falta de amor, una cierta inevitabilidad de los sucesos, de los movimientos cíclicos, inagotables, inabarcables. También una cierta angustia —o desasosiego— se infiltra en algunos relatos como un rumor subterráneo. El año 1972 y la edad de 52 años se reiteran como señales, como marcas obsesivas que refuerzan la sensación de destino y repetición.
No obstante, en este paisaje gris, cargado de nubes, irrumpen también algunos rayos de luz. Relatos como Elevarse y hundirse o El colapso abren una rendija hacia la esperanza; La bombilla y las luciérnagas del castillo encantado late como un homenaje íntimo y tierno a la madre; otros, como El hombre que manejaba el mundo, se leen como una denuncia amarga del poder y de su arbitrariedad.
La portada, inquietante, ya advierte al lector de la experiencia que lo aguarda: un universo narrativo que interpela, incomoda y acompaña. Porque en estas páginas hay también una lectura crítica de nuestra sociedad: la prisa vacía denunciada en Idas y venidas, la despersonalización, la indiferencia hacia quienes más apoyo necesitan, como en El hundimiento. Una advertencia lúcida de lo que significa vivir como hámsteres girando en una rueda sin fin.
El soñado se despertó es un libro que invita a ser leído despacio, relato tras relato, como quien se asoma a un caleidoscopio de obsesiones y símbolos. Una obra que, desde la aparente sencillez, alcanza una profundidad conmovedora, y que confirma la voz singular de un autor que sabe mirar de frente a las sombras sin renunciar a la posibilidad de la luz. (Inma Muñoz, 1 de septiembre de 2025)
hace 3 meses
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