En 1821 Pushkin escribió El prisionero del Cáucaso, poema narrativo en el que, además de la crónica de su exilio, se propuso revelar aquellas que, a su juicio, eran las características de la juventud de su tiempo. En una carta a uno de sus contemporáneos, dice del protagonista: «Quise reflejar su indiferencia por la vida y sus placeres, la vejez prematura de su alma, rasgos que se convirtieron en los principales de la juventud del siglo XIX».