El entusiasmo y la quietud sorprende por la vigencia y la validez de sus presupuestos, como si el tiempo hubiera confirmado lo mucho que tenía de precursor y adelantado. En efecto, con él se iniciaba en nuestra lengua la recuperación de la literatura y el pensamiento del romanticismo alemán como antecesores directos del hombre contemporáneo y sus dilemas. Gran parte de la insatisfacción y la tensión existencial inherentes a la modernidad se descubrían heredadas del individuo romántico y de su confrontación entre el mundo subjetivo y el objetivo, entre lo interior y lo exterior.

Como muestran los textos aquí reunidos, los autores románticos creyeron, con infinito entusiasmo, en la necesidad de unir lo que estaba escindido, de trasformar el mundo en su arquetipo de mundo, de fundir realidad y deseo, en una búsqueda de la síntesis, de la unidad, de la absoluta armonía y del conocimiento absoluto que les procurara la ansiada quietud. También emprendieron una defensa de la subjetividad, de la inalienable libertad individual contra las amenazas de la ciencia, la técnica y la Razón universal.