Joaquín Almunia sentenció: «La sociedad reclama la temporalidad». No quisieron formar al obrero, sin más alternativa que el turismo, e importaron mano de obra barata que jamás cotizaría a la Seguridad Social (2,9 millones a fines de 2008). Felipe González se comprometió a dimitir con millón y medio de parados y se le duplicaron. Zapatero, por quien retrocedimos a 1969, tiró millonadas tanto en hacer castillos de naipes, o «Plan E», como en la central solar sevillana, las desaladoras, el «cheque bebé» (extranjeras dos de cada diez madres). . . Soy de una generación que, después de estar en boga los miniordenadores, cursó un bachillerato sin informática, en el cual los de letras tuvimos por modelos a inadaptados: A. Machado, que acabó la secundaria a los 25 años; Alberti, sin oficio a los 29; J. R. Jiménez, incapaz de ganarse la vida, etc. Con un 40 % de paro juvenil, entré en el mercado laboral gracias a un contrato «basura», sin una F.P. consistente en Canarias (al contrario que en País Vasco y Cataluña), con el inglés de tres horas semanales. ¿Se puede sorprender el inteligente de que no haya suficientes cotizantes a la Seguridad Social, habiendo sustraído socialistas el dinero de la formación? (Los de ciencias se tragaron la teoría de conjuntos, cuyo autor terminó en un siquiátrico). Según la izquierda, solo fue ilegal uno de cada diez inmigrantes, quienes están llamados a compensar la caída de la natalidad. No advierte que entraron oleadas con visados de turista mientras se perdía la industria manufacturera (pujante en Suiza), para venderse por menos de cuatro euros la hora en campañas agrícolas, construcción y hostelería. El «efecto llamada» de la desgracia es arrinconar a los 4,3 millones con pobreza severa, españoles, cebando el círculo vicioso por el que caída como la salarial precipita otra de natalidad. Siendo España la última en superar las crisis, el máximo de vacantes desde la burbuja inmobiliaria (en torno a 150.000) no se debe tanto a las tecnologías disruptivas de sectores en auge como a un reemplazo de los jubilados ahorrativo: a sueldos no competitivos, fuga de talentos. Los autónomos empezaron a despuntar en los 80 precisamente porque, fundándose la estructura del P.I.B. en el bajo valor añadido, a la empresa media no le era rentable invertir en cualificación, en un país donde se recuperaba la productividad cuando crecía el paro, y el P.I.B. incluso caía. Una cuadragenaria reconoció ante las cámaras años ha que ninguno de sus variados títulos del S.E.P.E. (antes I.N.E.M.) le había servido para mejorar su salario.
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