Esta es una historia muy alentadora, muy positiva, pero a la vez desgarradora; al final del libro me quedo la sensación en todo el cuerpo de que la fé que no le salvó la vida a “el ángel número doce” nos salva a nosotros los lectores y espectadores. Es una historia muy emotiva, dramática y con un mensaje claro “no te rindas y disfruta mientras tanto”, la perseverancia, la camarería y el trabajo duro, más que las lamentaciones nos salvan la vida. Un entrenador que aprende la lección más valiosa del más pequeño de los ángeles. Literariamente no creo que sea gran cosa, pero lo compensa como te estruja el corazón.
hace 6 años