Es creencia común que es difícil ser feliz, y demasiado cierto es, pero sería más hacedero llegar a serlo si entre los hombres las reflexiones y los planes de conducta precedieran a las acciones. Nos vemos arrastrados por las circunstancias y nos entregamos a ilusiones que nunca nos deparan más de la mitad de lo que de ellas esperamos; en fin, no percibimos claramente los medios de ser felices hasta tropezar con los obstáculos nacidos de la edad y de las trabas que nos imponemos nosotros mismos. Anticipemos unas reflexiones que se hacen cuando ya es demasiado tarde: quienes las lean encontrarán en ellas lo que la edad y las circunstancias de su vida les ofrecerían con demasiada lentitud. Impidamos que pierdan una parte del tiempo precioso y escaso de que disponen para sentir y pensar, y que deban emplear en calafatear el barco momentos que les servirían para procurarse los placeres que les puede deparar la navegación.