Partiendo de su convicción de que no existe la cultura femenina en México, pues la mujer no está interesada en el pensamiento y su única incursión en la cultura consiste en la poesía y la novela sentimental, este ensayo va desde la época prehispánica, cuando la mujer era considerada causa de todas las desgracias e instrumento del mal para pervertir a los limpios e inocentes hombres, pasa por el análisis de otras épocas históricas, como las que vivieron Leona Vicario y Sor Juana, y llega hasta la década de 1950, donde la mirada escrutadora de Rosario Castellanos hace trizas la literatura escrita por sus contemporáneas. El texto se lee por sus propios méritos; sólo hay que recordar que en la época en que fue escrito se acababa de otorgar el voto a las mujeres, como si fuera una gran concesión. Son años en que el país comienza a reconocer la igualdad jurídica de las mujeres y las universidades a llenarse de mujeres que empiezan a ocupar lugares antes exclusivos para hombres, y en que Rosario Castellanos descuella como pionera de la causa en favor de su género.