Rico Fuentes tiene 15 años, vive en Harlem y es norteamericano de primera generación. Estamos a finales de los 60 o principios de los 70 del pasado siglo. Su padre y su madre son cubanos, de procedencia muy modesta y oscuros de tez, su hermana pequeña es también mulata. El padre, que trabaja en dos lugares distintos para sacar adelante la familia, tiene problemas con el alcohol. Rico es de piel blanca y cabellos rubios (incluso tiene pecas: debe estos rasgos a un antepasado irlandés por parte materna) y se ve sometido por ello, tanto en el barrio como en la escuela, al acoso permanente de quienes lo consideran un dark dude, expresión despectiva que, como el autor explica al comienzo del libro, designa a un latino o un afroamericano de piel tan clara que parece casi un whitey o un pinky, términos con los que las personas de estas comunidades designan a los blancos. Pero no se trata solo de una cuestión terminológica, porque si eres un dark dude estarás sometido al continuo acoso de quienes pretenden arrebatarte el dinero que suponen que tienes, tu dignidad o tu coraje...