Me encanta que Cumbres borrascosas haya sido uno de los dos libros más votados para que reseñe, porque es uno de mis preferidos; una gran historia de amor que nos traslada, desde las primeras páginas, a otro mundo, lejano y olvidado en los páramos de Yorkshire, Inglaterra, a mediados del siglo XIX. Además, es un texto ideal para leer en invierno, con una taza de rico chocolate, tapados con una manta en un cómodo sillón, protegiéndonos de esa naturaleza tan hostil, ese paisaje gris, agreste y desolado, que acompaña constantemente a los personajes que se debaten entre grandes pasiones.
Cumbres borrascosas se publicó por primera vez en 1847, y su autora, Emily Brontë, se refugió tras el seudónimo masculino de Ellis Bell. En tiempos de la reina Victoria no estaba bien visto que una mujer estudiara, y muchos menos, publicara una novela. Y si lograba hacerlo, el libro sufriría las consecuencias: toda crítica se justificaba aludiendo que la literatura no era una actividad destinada a las damas, como el casamiento o la enseñanza.
De esta manera, a pesar de que Emily y sus hermanas tenían acceso a ciertas lecturas porque su padre, párroco del pueblo, les permitía leer y escribir, a la hora de publicar debieron hacerse pasar por hombres: Charlotte era la hermana mayor y publicó la novela Jane Eyre como Currer Bell, mientras Anne, la hermana menor, publicó Agnes Grey como Acton Bell.
Las costumbres e ideas de la era victoriana condicionan no solo la vida de la autora de Cumbres borrascosas, sino también la trama de su única novela. Catherine y Heathcliff han crecido juntos –el padre de Catherine adopta a Heathcliff- en el aislamiento de un paisaje alejado del pueblo y se aman apasionadamente, pero los prejuicios sociales y las diferencias de clase son más fuertes cuando Catherine tiene un accidente y se ve obligada, por el clima y las distancias, a vivir un tiempo en la casa de unos vecinos ricos.
Ella conoce otro mundo y quiere formar parte, mientras Heathcliff queda aislado, ya que su única unión real con la familia, además del padre adoptivo que ha muerto recientemente, lo desprecia. El muchacho huye en una terrible noche de tormenta, para regresar años después, cuando Catherine ya está casada y embarazada de una niña. Por su parte, Heathcliff ha logrado convertirse en todo un caballero y quiere vengarse.
Así comienza un drama que abarca más de una generación, con personajes que se debaten entre la obsesión y la pasión, el amor y la venganza, la naturaleza salvaje y las apariencias, en un ambiente por momentos tenebroso e inquietante, en el que no quedan afuera los elementos sobrenaturales.
Por último, me parece importante destacar la estructura narrativa, tan innovadora en su época. La historia principal se encuentra enmarcada por un presente en el cual el ama de llaves comienza contándole los hechos pasados a un extraño que viene a alquilar la propiedad, para terminar siendo espectadores de los nuevos sucesos con los que concluye la trama. Me parece importante comentarlo porque la primera vez que leí Cumbres borrascosas me costó al principio comprender la relación entre los personajes, sobre todo porque hay dos Catherine. Pero una vez que nos adentramos, como lectores y testigos privilegiados, en esta historia, no podemos dejarla. Por eso la recomiendo: son casi 500 páginas ideales para recorrer en estas vacaciones de invierno.
hace 7 años
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