«Hay un lugar donde las cartas van a morir. Hay quien espera una carta toda la vida.» Así comienza esta novela marcada por el azar, la espera y los secretos. Todas las mañanas, Miguel, el cartero de un pequeño pueblo, pasa por delante de la ventana de Ricarda. Ella espera desde hace años una carta, pero cuando ésta finalmente llega, ya es demasiado tarde. Luís, su hijo, queda marcado por la imagen de una madre melancólica, siempre esperando noticias, y comienza a trabajar en el departamento de «cartas muertas» el lugar a donde van a parar las cartas que nunca llegaron a su destino. Allí encuentra las cartas perdidas de «Paula» cuyo nombre le atrae de forma misteriosa e inexplicable.