Blas de Lezo, vencedor en veintidós batallas navales, en las que perdió una pierna, un ojo y la movilidad de un brazo, fue el héroe merecedor de los más altos honores y dignidades que España debió ofrecerle. Sin embargo, el viejo rey loco Felipe V, después de que Blas de Lezo derrotara a los ingleses, le destituyó ingratamente de sus cargos, a petición del virrey Eslava, a pesar de haber sido el verdadero artífice de la gesta más brillante de la Historia Naval. Por el contrario los ingleses, sus eternos enemigos, respetaron su nobleza y admiraron su ingenio apodándole, “el marino que surgía de entre la niebla”. Blas de Lezo murió a los 53 años, pobre y menospreciado, sin que la patria haya mostrado gran entusiasmo en reconocer sus enormes méritos en su defensa y favor. Siempre nos quedará una pregunta: ¿por qué Blas de Lezo fue el malquerido de los virreyes de aquella América colonial?