En un mundo globalizado, las megacorporaciones editoriales solo se preocupan por los números, por lo semejante, por seguir fórmulas ya probadas en sus últimos éxitos de ventas. Se espera que cada libro pague su propia producción junto con las externalidades del proceso de publicación, tales como la infraestructura y el sueldo de los ceo. Bajo esa óptica, los libros que se demoran más en “despegar”, pero que poseen una larga vida y son capaces de cambiar las normas sociales, tienen menos probabilidades de publicarse. Los editores independientes apuestan por una forma diferente de hacer las cosas. Buscan un compromiso distinto con la sociedad y se preocupan por reflejar el lugar y el espíritu de sus comunidades. “Bibliodiversidad” es un término creado por editores independientes en los años noventa para darle un nombre a esta forma diferente de pensar la edición. En este manifiesto, Susan Hawthorne nos ofrece una crítica mordaz a la industria editorial global, que contrapone a una propuesta visionaria para la publicación “orgánica”. En un contexto de predominio de las grandes corporaciones, Bibliodiversidad marca las diferencias entre los conceptos de libertad de expresión y de “discurso justo” y pone en perspectiva las promesas y los desafíos de la transición al mundo digital.