Bassett es un pequeño pueblecito cercano a Reading con unos vecinos un tanto pintorescos. Por un lado, tenemos a la señorita Padsoe, una anciana de débil carácter que busca a una socia para montar una casa de huéspedes en su hogar. Y allí que se planta la señorita Baker, una londinense con un carácter prácticamente opuesto al de la señorita Padsoe. Algunas de las conversaciones que se dan entre esta extraña pareja no tienen desperdicio. Por otro lado, muy cerca de allí viven los Shelling: George y Bell, hermanos y amigos inseparables, son dos jóvenes frívolos que solo piensan en organizar fiestas y en divertirse. La llegada de la señorita Catton, la nueva dama de compañía de la señora Shelling, despierta el interés de George, conocido por sus conquistas amorosas. Ambas historias se complementan y entrecruzan, y conforme avanza la novela, lo relativo a los Shelling comienza a eclipsar a la casa de huéspedes de estas atípicas empresarias: es algo que me creó cierta desilusión, les estaba cogiendo cariño a la señorita Padsoe y la señorita Baker. A pesar de todo, “Bassett” es una novela divertida y rebosante de encanto.
Como curiosidad, la edición de “Bassett” con la que cuento venía con una faja que rezaba la siguiente afirmación publicada en “The Times”: “Stella Gibbons es la Jane Austen del siglo XX”. Quienes conocen mis preferencias literarias – y mi extrema devoción por Austen – no requieren mayor explicación sobre qué me empujó a leer a Gibbons. He disfrutado mucho la lectura y, salvando las distancias, sí que es cierto que la prosa de Gibbons cuenta con algunos elementos que recuerdan a Austen: esa ironía y humor tan sutiles, esos personajes tan inolvidables, esa claridad y perspicacia en sus palabras... Gibbons no es Austen, pero leerla es una delicia.
hace 9 años
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