Bajo la piel, los días es un diario poético, en el que se consignan los accidentes de la vida y las vicisitudes de la conciencia. No excluye los registros más coloquiales o específicos, la prosa mostrenca de un existir sin certezas, el relato áspero de lo insignificante y antiliterario; todo, subsumido en el flujo lírico, se revela también poesía. La voz que nos habla recorre los momentos que la configuran y sus propias fluctuaciones, que atienden a la desasosegante presencia de las cosas, pero también a la carcoma del deseo, a las quebraduras del cuerpo o a la insurgencia de lo poético: a cuanto fractura la piel del mundo. El lenguaje acude entonces a ensanchar esas grietas, o a crearlas, para que veamos lo otro, lo adentro, lo sin nombre; para que nos ilumine la oscuridad.