La diminuta aldea gallega de Avión vio nacer a Alfonso Graña allá por 1878. Galicia, tierra de emigrantes, que Graña abandonó para buscar un futuro en Brasil. El inquieto buscador de oro pronto cambió Brasil por Iquitos (Perú), hasta donde también llegó la obstinada pobreza que le perseguía. Harto de su mala suerte, Graña se internó en la selva con un compañero y, en la espesura, el encuentro casual con los jíbaros le deparó algo que nadie esperaría: el emigrante gallego se convirtió en Alfonso I de la Amazonía, rey de los jíbaros, aguarunas y huambisas de los ríos Nieva y Alto Marañón.