Juan Manuel Peñate no es solo un autor con el que comparto editorial, es una de esas personas con la que conectas enseguida porque nos une esa pasión por escribir; en este caso, historias cortas y sorprendentes. “Al otro lado del cristal”, un librazo de 500 páginas que contiene 7 relatos (3 son novelas cortas), es la ópera prima de Juan Manuel, que ya ha cosechado infinidad de reseñas y buenas críticas.
Tras una portada que no le hace justicia (porque parece una novela romántica, y no lo es; si bien es verdad que tras leer el relato del que toma el título cuadra bastante más), nos encontramos una selección de historias muy bien contadas, con un estilo muy directo y cinematográfico.
La Pala:
Un pueblo sin niños y, a ese paso, sin adultos. La herramienta del título va pasando de un habitante a otro en un macabro ritual. Un relato muy breve que inquieta al no dar explicaciones y supone una interesante toma de contacto.
Dios Roco:
Simpático y original punto de vista cuando descubrimos quiénes son Din y Don, los dos aventureros protagonistas. Para ellos, Roco es Dios. ¿Y si nosotros somos miniaturas de algún Roco? Todo es relativo.
Al otro lado del cristal:
Es la primera de las novelas cortas y la que da titulo al libro. Por una extraña amenaza en el exterior, dos hermanas se ven abocadas a no salir de casa durante mucho tiempo. Una historia desoladora, rutinaria, de ritmo pausado, donde parece que no pasa mucho y pasa todo. Muy bien dibujadas las antagónicas personalidades de Jana y Laura. Sobrecogedor final con la participación del gato Merry. Uno de mis preferidos.
El jugador pesimista:
En contra de muchas opiniones que he leído en Internet, a mí es el relato que menos me ha gustado. No es malo ni mucho menos, pero se me hizo eterno, y no por sus 200 páginas (que constituyen toda una novela), sino quizá porque no terminaba de entender el confuso juego ni, a veces, tampoco el contexto histórico en el que se encontraban los chicos. Demasiado ir y venir de personajes entre guerras. Eso sí, el mejor momento del libro está para mí en este relato: cuando Marco y la chica llegan a unas cabañas rodeadas de estacas coronadas por “cocos”, su impacto, y la posterior meada del oficial… Un ejemplo genial de giro de guión y suspense.
Tercera planta, por favor:
Narrado en primera persona, en tiempo presente y apelando directamente al lector, es el más onírico y oscuro. De hecho, cuando descubrimos adónde lleva ese ascensor y se “hace la luz”, ésta es mucho peor que la oscuridad. Más que una historia es un ejercicio de brillante narrativa.
En la celda de colores:
El mejor relato sin duda. La descripción de la visita turística a Alcatraz es fantástica. He tenido la suerte de estar en la famosa cárcel (de visita, no de interno) y es tal cual la describe Juan Manuel. Interesante trama y unos protagonistas muy bien dibujados: ese Roy transformado que insulta a los vecinos, esa Janice horrorizada al atar cabos, ese niño que llama a la puerta para traer la verdad… Toques paranormales y un psicópata: “el carnicero de Alabama” ¿Qué más se puede pedir? Eso sí, creo que el momento de “amistad forzada y alargada” del final no está al nivel de la historia que, por lo demás, es sobresaliente.
Touchdown:
Pandilla con aire ochentero tipo los Goonies y esas apuestas gamberras para impresionar a los demás. Haría un chiste fácil con el final, pero lo reventaría. Un broche perfecto.
En definitiva, Juan Manuel Peñate nos ofrece unas historias entretenidas, contadas con muy buen pulso narrativo y un acertado manejo de los diálogos. Además, lo mismo se explaya describiendo una escena de sexo que el hallazgo de restos humanos desmembrados en un congelador. ¡Esa es la actitud!