«Los hermanos y las madres y los padres deberían desaparecer, perderse, no decir nunca nada» piensa Elena, la protagonista de esta amarga y bella novela que ha escrito Rodrigo Hasbún. Elena se pasa la juventud imaginando formas poco dolorosas de matarse, pero no quiere que su historia sea triste. Por eso se entrega, mientras tanto, a melancólicos enredos sexuales, a la vez que bosqueja libros muy distintos a los que se escriben y celebran en su asfixiante país-provincia. Esta novela constituye una indagación sobre el dolor, sobre la legitimidad del dolor.