Las explosiones que destruyeron un reactor de la Central Eléctrica Atómica de Chernóbil en abril de 1986 produjeron un cataclismo nacional en Bielorrusia, que curiosamente no tiene ninguna central atómica en su territorio, pero se encuentra muy cerca del lugar del accidente. No creo que nadie ajeno a la catástrofe pueda entender en profundidad lo que sucedió allí sin leer estas páginas.
Es un libro del que me resulta difícil hablar, por lo tremendo, grandioso y desgarrador que es. Estructurado en “monólogos”, en los que la autora permanece al margen, hablan los protagonistas, testigos y afectados por la enorme tragedia. A través de los variados y numerosos testimonios –militares, científicos, evacuados, campesinos, ancianos, esposas, niños…– vamos descubriendo lo que pasó y siendo conscientes de las consecuencias que tiene y tendrá durante cientos, y miles, de años la explosión.
“En nuestra cabeza aún no cabía que el átomo de uso pacífico pudiera matar” –dice una de las evacuadas–, pero en un instante se convirtió en enemigo mortal. La falta de información debido al secretismo de las autoridades –que se escudaban en un falso patriotismo–, la incredulidad, la falta de medidas y medios adecuados, las evacuaciones masivas forzosas de cientos de pueblos, las ciudades fantasma, las inmensas dosis de radiación… Es terrible leer que los robots que trabajaban “limpiando” el reactor dejaban de funcionar a causa de la radiación, pero que en cambio allí tenían al pie del cañón a los “voluntarios” –sin opción a negarse–, máquinas humanas que no fallaban y recibían sus pagas extras y medallas al honor. Las consecuencias de todo ello fueron devastadoras, las muertes y enfermedades que la radiación causó llegan hasta nuestros días. Niños rechazados por el resto de la sociedad porque están “contaminados” y saben que la muerte es su próxima escala… Además, como dice una de las “voces”, Chernóbil fue también la catástrofe de la mentalidad rusa, no explotó un reactor, sino todo un sistema anterior de valores (que coincidió con el fin del régimen comunista). Pero a pesar de todo lo que cuenta y pueda parecer no es un texto melodramático, sino objetivo y muy realista.
La sensación que me ha producido su lectura es ambigua, por un lado deprime ser consciente de que a este paso vamos a acabar con el planeta en dos días, por otro resulta inspirador ver la fortaleza con la que esos miles de afectados, física y psicológicamente, siguen adelante a pesar de sus nada fáciles vidas.
El trabajo y presentación de la autora es magnífico, en mi opinión tanto en fondo como en forma. No es una novela, tampoco es un ensayo, pero este coro de voces llega al alma y conmueve. Es una lectura dura –yo la he tenido que dosificar durante días–, cruda e impactante, pero en mi opinión IMPRESCINDIBLE.
hace 8 años
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