Cortos relatos crudos que nos permiten conocer la realidad de la segunda guerra mundial. Un libro que impresiona por sus historias, pero a la vez conmueve por la valentía de las personas que se revelaron contra las agresiones de los soldados... Reflexionas, aprendes, y valoras aquellas pequeñas cosas que te permiten vivir dignamente. Una lectura muy recomendable.

Otro excelente libro de testimonios de la autora Premio Nobel, en esta ocasión son vivencias de personas que eran niños soviéticos cuando estalló la segunda guerra mundial. Los recuerdos son muy similares, las historias se repiten; el terror de los bombardeos, aldeas incendiadas, completamente destruidas, padres, madres y hermanos ejecutados, muerte por todas partes, niños pequeños totalmente desamparados, pasando hambre, mucha hambre, unos acaban en campos de concentración, muchos en orfanatos, los mas afortunados con los guerrilleros, y lo peor de todo, la crueldad y la brutalidad de los alemanes, se narran sucesos tan fuertes que uno llega a dudar si eran seres humanos los que eran capaces de cometer tales barbaridades. En fin, que es una lectura de extrema dureza, un sufrimiento continuo, pero al mismo tiempo es interesante y es necesario recordar, y mas ahora que vuelven las ideas fascistas y triunfan los nacionalismos mas descerebrados.

Un libro muy bueno, de lo mejor que se ha escrito, no hay duda de que esta autora se ha ganado a pulso su premio nobel. Es un libro duro, muy duro, de los que no puedes leer mas de treinta páginas al día de la congoja que te produce. Son historias muy tristes que muestran uno de los peores periodos de nuestra historia, la segunda guerra mundial. La guerra a traves de la mirada de los niños, como sufrieron, como muchos quedaron huerfanos, la crueldad de los soldados y a veces la ayuda de perfectos desconocidos. Un libro que debes leer. Muy recomendable.

Pensaba que tras leer la magnífica “Voces de Chernóbil” ninguna de sus obras me podría impactar del mismo modo, pero “Últimos testigos” lo ha hecho. Con la misma técnica, la autora escribe una obra polifónica en la que da voz a un centenar de supervivientes rusos de la II Guerra Mundial, que eran niños en ese momento.
Se exponen los recuerdos del conflicto bélico de aquellos niños, desde los más pequeños hasta los casi adolescentes. Las evacuaciones, los campos de concentración, la crueldad de los alemanes, la pérdida de padres y familiares, el hambre, los miles de huérfanos... y también la solidaridad y generosidad desinteresada; todo ello narrado de manera objetiva, son sus recuerdos. Las circunstancias, impresiones y traumas de estos testimonios, que en lugar de infancia vivieron la guerra y sus penurias, y que fueron espectadores inocentes y constantes de tantas muertes violentas, representan un estremecedor alegato a favor de la paz.
Estos breves monólogos, conmovedores y escalofriantes a partes iguales, y muy humanos, me han parecido excelentes, aunque como me pasó con “Voces de Chernóbil”, he tenido que dosificar su lectura en varios días, sino resulta demasiado dura y en mi opinión así se aprecia mejor el conjunto.
El trabajo de la autora, tanto para hacer las entrevistas como para darles formato escrito, me parece inmenso y difícil, pero excelentemente logrado, y aunque sólo he leído dos de sus libros, creo que el Nobel que recibió lo tiene bien merecido.