Svetlana Alexiévich es una periodista y escritora bielorusa, ganadora del Nobel de Literatura en 2015, cuya labor destaca por su reflejo social del horror y el coraje. En su ensayo La guerra no tiene rostro de mujer, escrito desde la perspectiva de género y de carácter humanista, expone las vivencias de las combatientes soviéticas en la II Guerra Mundial. El título de la obra hace alusión al protagonismo de los hombres que, hasta ahora, ha predominado en los relatos bélicos, atribuyendo a la guerra propiedades masculinas. Lo que Svetlana expone aquí no es una narración de táctica militar, ni de grandes batallas, sino la voz de las mujeres que formaron un contingente imprescindible en la resolución del conflicto. A partir de 1940 multitud de mujeres, en aras de la Victoria, en defensa de su tierra y en oposición a los alemanes, no titubearon a la hora de presentarse a las oficinas de reclutamiento y llegaron a formar parte de acciones bélicas en distinto grado. Muchas de las testigos se desempeñaron como enfermeras o sanitarias, otras se dedicaron más a cocinar y lavar y hubo algunas que lucharon portando armas, pilotando aviones o desactivando minas. Al hilo de sus actos particulares, aparentemente insignificantes, la intención de la autora es revelar al lector lo que ella llama la “Gran Historia”. La tarea de estas mujeres no siempre ha sido debidamente valorada, por muchas medallas que se les otorgase. Para los compañeros de su batallón era niñas o mujeres con necesidades especiales, para el resto de la sociedad unas mujeres sin atributos femeninos o, simplemente, las putas del frente. Sin embargo, sus testimonios verifican que, frente al horror, siempre hay un espacio para la vida, en lo cotidiano y en los pequeños gestos tan necesarios para subsistir o para “alegrar” la muerte. Por todo lo expuesto, La guerra no tiene rostro de mujer me parece una lectura atroz, de alto interés histórico, en definitiva, muy recomendable. (Dolors Martínez, 31 de mayo de 2016)
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