Me había deslumbrado Jerusalén. Había descubierto en Tavares un autor único y sorprendente. Por eso emprendí la lectura de "Una niña está perdida en el siglo XX" con las expectativas en lo más alto. Y ¡vaya castaña! Aquella originalidad genuina se ha transformado en "excentricidad sin causa", en una búsqueda inocua de simbolismo y no sé qué más. Ha recurrido además, el escritor portugués, a ese género extraoficial de "novela tierna" que tanto abomino. En tales coordenadas, me quedo con La nieta del señor Linh, de Claudel...
hace 7 años