Sin duda, cuando escribió su célebre ensayo Una habitación propia, Virginia Woolf consideraba imprescindible disponer de la independencia de una habitación propia, pero también Nelly luchaba por ese mismo objetivo. Durante casi veinte años, Nelly Boxall trabajó como cocinera y criada en la casa de los Woolf. Entre 1916 y 1934, además de cocinar para Virgina Woolf y su marido, preparó cenas y tés para los miembros del grupo de Bloomsbury y otros amigos de los Woolf. Pero más allá de los chismes domésticos del entorno de la escritora, el continuo contacto con las avanzadas ideas y costumbres sociales de este círculo de artistas e intelectuales supuso para Nelly un gran número de problemas, además de algunas ventajas. Entre la imaginación y la reconstrucción biográfica a partir de los textos de Virginia Woolf, Alicia Giménez Bartlett recrea la insólita y contradictoria relación que se dio entre ambas mujeres -de la que hay abundantes referencias en los diarios de la escritora-. Y, a partir de ésta, profundiza en la extrema dificultad que conlleva compatibilizar la defensa del derecho de las mujeres a un espacio propio con las circunstancias del propio servicio doméstico, los progresos intelectuales con la realidad social.