Joseph Conrad despliega en Un puesto avanzado del progreso toda la potencia de la ironía para llevar al lector de la sonrisa al horror. Sus protagonista, Kayerts y Carlier, son una de las parejas más cómicas, patéticas y mejor logradas de la literatura, una genial condensación de la estupidez, la prepotencia y la indefensión de las que nuestra especie sigue dando tan conspicuas muestras en pleno siglo XXI. Abandonados en plena selva como agentes de una gran compañía comercial, tardarán algún tiempo en descubrir -pues son estúpidos- quién manda realmente y quiénes son las verdaderas víctimas del porgreso y de la civilización.
Un puesto avanzado del progreso es una vigorosa denuncia del colonialismo y de su hipocresía filantrópica, una lúcida indagación acerca de la imperfección del lenguaje humano y un doloroso reconocimiento de la esterilidad de nuestros afanes.