Jon y Edith son los únicos habitantes de una pequeña aldea abandonada.
Él, veterinario, trabaja como cuidador de elefantes en el zoo. Ella, viuda, vive junto a once gatos. Los ha ido recogiendo de la calle y se han convertido en su única familia tras la muerte de su pareja y la marcha de su hija.
El giro de la veleta del campanario y la llegada de la primavera no solo traen consigo una sorprendente decisión por parte de la directiva del zoo; sino un anuncio por parte del ayuntamiento al que pertenece la aldea: la restauración de la casona del lago para convertirla en hotel rural.
Ambos cambios ponen patas arriba la vida de los dos entrañables vecinos y les obligan a tomar decisiones que van a cambiar sus vidas para siempre.
Ese es el argumento de Un país con tu nombre, la última novela publicada por Alejandro Palomas. Es un libro diferente a los anteriores tanto por su contenido como por la forma en la que está narrado.
Jon está muy unido a Susi, una elefanta que no se ha adaptado a su vida en el zoo tras su traumático paso por un circo y otros zoos. Se ha establecido un vínculo entre ellos muy especial, pero Jon sufre al verla tan aislada, incapaz de relacionarse con las otras dos elefantas del zoológico.
Edith solo tiene la compañía de sus gatos y sus encuentros con Jon. Mantiene una relación muy complicada con su hija Violeta, con la que solo habla a través de videoconferencia de tarde en tarde. No se entienden y cada llamada supone separarse un poco más.
Con tan solo tres personajes y una elefanta, Palomas teje una novela muy especial en la que, como solo él sabe hacerlo, trata un tema tan delicado como es el duelo. Pero no penséis que es una novela triste, porque no lo es. Es, más bien, una novela que obliga al lector a reflexionar sobre su propia vida, sus sueños, sus ausencias y sus presencias.
Un libro emotivo, sin duda, que remueve muchos sentimientos: pocos son los afortunados que en algún momento de su vida no se han enfrentado a la pérdida de alguien querido. Y a la vez es un libro que anima a buscar ese sueño que lleva rondando por nuestra cabeza desde la infancia y que no debemos olvidar; siempre será posible hacerlo realidad independientemente de que tengas veinte u ochenta años. (Ana García, 5 de enero de 2022)